15.9.08

II

I parte






La vio primera acostada de espaldas mirándolo fijamente, él, arrodillado a un costado de la cama mirándola intensamente. Sus ojos buscaban en que parte de aquél rostro empezaba el tiempo en donde terminaba. Al momento en que desplazaban sus manos por sobre las sábanas en dirección al cuerpo del otro se daban cuenta en que no había distancia intermedia, no habían espacios.
Vio después, como se tumbaba junto a ella. Como sentía que podía dejar de respirar porque ella respiraba por ambos. Su corazón se podría haber detenido y su sangre hubiera seguido corriendo solo para no dejar de sentir el tacto de ese ser a su lado.
No recordó ninguna palabra, solo miradas, solo olores, solo texturas. Todo mezclado, como una especie de comida eternamente deliciosa que no los podía satisfacer.
Vivía un sueño.

Cuando alcanzaba una calle particularmente poco concurrida se detuvo un instante, solo un segundo. Miró hacia la derecha y siguió su marcha. Continué detrás de él guardando siempre mi distancia. Cuando alcancé el lugar donde se había detenido miré a mi derecha. Vi allí una capilla colonial casi en ruinas. Se hubiera derrumbado de hecho, si no fuera por unos inmensos pilares de acero que la sostenían. Me di cuenta entonces que había pasado por su mente. Revivía años atrás un momento en el que caminaba con algunas personas. No las conocía todas, pero sentía que no necesitaba días, ni lugares, ni circunstancias para sentirse cómodo ahí. Estaba donde quería, haciendo lo que quería, existiendo en un estrecho lugar donde ya no necesitaba desear, no necesitaba imaginarse para los demás o para sí mismo. Estaba parado en el preciso cuadro donde podría vivir estando seguro de había logrado todo lo que se propuso. Era un artista, era un poeta, era un músico sin partituras o piano que solo necesitaba cerrar los ojos para comenzar a escuchar timbales, trombones y cornos. Sus pasos creaban, sus ojos creaban. Toda realidad a su alrededor era obra de su mente y de la pasión por crear un mundo en el que no tengamos que negar nada. La vida era éxtasis.

sigue..

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