16.9.08

III

I parte
II parte



A estas alturas yo ya sabía más o menos lo que se proponía, la cosa, era averiguar el porqué, sus motivaciones, sus razones. Adivinar el impulso que hacía que cada paso que daba fuera inevitable. Busque un poco en mí mismo las respuestas, en un esfuerzo, al decir verdad, no muy monumental, traté de imaginar la situación en la que yo llegaría a hacer algo así. Cuando lo vi otra vez detenerse y sentarse un segundo en el pasto de aquella plaza capitalina. Comprendí al instante que la energía que lo movía no venía, por así decirlo, desde atrás. No desde un pasado, no desde un cúmulo de circunstancias o hechos. Todo estaba ahí delante, hacia donde apuntaba. ¡Estaba siendo tentado! ¿Pero no lo hemos estado todos alguna vez?, ¿no hemos deseado todos alguna vez terminar con el curso que sigue nuestra vida? Dejar nuestra casa, viajar, tomar todas nuestras cosas y quemarlas en una hoguera catártica. Ir y golpear al que nos miró despectivamente hace unos días, besar a esa persona prohibida, dejar todo y a todos sin mencionar palabra alguna, y no tener siquiera que preguntarnos si se preocupan por nosotros. Que todo alrededor deje de clamar nuestro nombre y que simplemente desaparezcamos. No tener más compromisos. Poder ser libres de crear algo totalmente nuevo y no impregnado de todo lo que renegamos. Pero la inercia es terriblemente más fuerte. ¡¿Qué conocimiento divino, que música celestial, que dios o religión, que mierda de muerte tiene que golpearnos y destrozarnos para que podamos vomitarlo todo, y gritarlo todo y desgarrarnos las caras llenándonos de cicatrices, independizarnos de esta estupidez de estilo en la que se ha transformado todo?!

Al pensar en esto me pregunté que tan lejos habrá llegado él. ¿Habrá sido en ese momento en el que se levantaba una vez más, estiraba los brazos y sonreía maliciosamente, en verdad un poco más libre que el resto? Lo imaginé despertándose por la mañana, abriendo lentamente los ojos para encontrarse con un ocre cielo color pastel en donde pudo haber habido un profundo azul moteado de nubes blancas arrastradas por el viento. Girando sobre su costado cerrando los ojos una vez más, intentando desesperadamente aferrarse al intermedio que son los sueños, que ridiculizan todo, erotizan todo, y que transforman todo a carne, a muerte y a sonido. Lo vi fallar en su intento de alienación, levantarse pesadamente y recorrer el corto trecho hasta el baño. Mirarse en el espejo, sacarse la mugre de los ojos, lavarse la cara y escupir. Imaginé entonces su rostro al encontrarse con todas sus cosas apiladas, su ropa, sus libros, sus partituras, la tele, en fin, todas sus cosas apiladas de manera ritual en medio de la sala de estar. Ver sorprendido, las paredes pintadas con símbolos que ahora no comprendía.

un poco más..

No hay comentarios: