-Primer paso: La gloria de una primera muerte.
Soy muy pequeño. Un nuevo sentimiento aflora en todos nosotros, algo llamado amor.
Los poemas hablaban de eso, las canciones, las películas y hasta los besos en las calles.
Miro a mi alrededor y una amiga se transforma en una especie de avatar para mi. Siento entonces una especie de inevitabilidad en cada paso que doy. Son energías nuevas, esperanzas nuevas. Lo que pierdo en mi familia y amigos sé que lo puedo ganar con ella.
Él, Gonzalo, pidiéndole a un amigo ser el heraldo de su amor.
Él, Gonzalo, escuchando: “What a pitty…”
No existe poema capaz de describir el dolor.
No podía saber que el elegido esta vez no sería yo.
Quizás
El tiempo incorrecto, la persona equivocada.
a K.O.
-Segundo paso: Puertas cerradas.
Ya he caído un par de veces, creo tener las respuestas. Acercarme es en cierta medida un poco menos agobiante.
Me es fácil adivinar tú nombre.
Me es sencillo mirarte a los ojos.
Me es natural acercar mi mano a la tuya.
Somos 5 y nos encargan un trabajo: Dibujar a un individuo que tenga virtudes de todos los del grupo.
Escojo de ella sus ojos.
Escogen de él sus manos.
Escogen de ella su cuerpo.
Escogen de ella su cabello.
El dibujo resulta para mí una aberración. Una ausencia de mí. El vacío de lo que no soy perfectamente plasmado en el dibujo. Era el mundo… El-ella. La mujer que amaba, sin mí.
Algo, en alguna parte de mí, falta para estar en los demás…
a L.H.
-Tercer Paso: Otros Mundos.
Aún no muy lejos. Estoy ahí, estoy junto a ti. Puedo sentir tu tacto, tú mirada sobre mí, como sostienes mi brazo, como bailamos. Soñamos y cantamos, y sobre todo, reímos. No puedo escapar de tu abrazo o de tu aliento. Eres como una diosa que lo abarca todo.
Yo hago mis sacrificios. Pero solo puedo ofrecer frutas y granos. Cuando tú quieres sangre y muerte. No acudes a mi templo y dejas caer la tempestad sobre mí. Tú indiferencia marca mi frente y separa mi mundo del tuyo, para siempre.
a J.F.
Cuarto paso: Re-Nacimiento y deseos.
Soy la autosuficiencia, la indiferencia. Mi choque contigo no es más que una anécdota. Tu vestido rojo un cuadro más a la exposición ambulante de mi mente.
Hablas poco, miras poco, tocas poco. Pero emanas gravedad. Poco a poco desde muy lejos caigo sin remedio hacia ti, hasta chocar con tus ojos alocados y la expresión bizarrade tu boca, hasta hundirme en tú caótica mente. Jalas mi alma tan dentro tuyo que partes en dos mi existencia.
Yo muero por ti, y me pudro, y me descompongo, y me degrado hacia el limbo. Todo por ti.
Una vez dentro. Acostado a tu lado, o sobre ti, o detrás de ti. Me pierdo en busca de tú mirada. Veo que no me ves, que no me oyes. Te pregunto mil veces por mí: "que sabes de mí? Que haces por mi? Que quieres? Que deseas?".
“Gonzalo, que quieres tú de ti?”
a A.M.
Quinto y último paso: Despertar.
Esperanza. Eso eres para mí. Yo estoy a la deriva, yo estoy abandonado, yo estoy entregado a ti.
En el subterráneo: Música a lo lejos, un teléfono público acá más cerca y yo diciendo: “La vida es en realidad lo más parecido a un película. Hay colores, vivos colores! Personajes interesantes, drama, un guión, incluso voces en OFF. Yo pensando en lo que te digo, en lo que viene, en lo que me dirás, yo queriendo escapar de aquí, yo pensando en ti siguiéndome atraves de la fría noche. Incluso, hay música de fondo… Supongo que solo falta el beso”
No muy seguro de si lo soñé o no. Porque la gran mayoría de las cosas sobre ti, contigo, las soñé. Tú llegando hasta donde estoy yo realmente. Hasta este mundo paralelo, esta isla, este rincón oscuro rodeado de jazz. Tú llegando lejos dentro de mí. Siendo el amor, siendo el placer, siendo el calor.
Pero en el último instante…
Es como despertar y darme cuenta que ni siquiera pregunté tú nombre.
Yo en la sucia habitación de un hotel. Con la mierda hasta el cuello, vacío, con hambre, con sueño, la boca seca y los ojos irritados. Sin nada excepto el recuerdo de un sueño…
Yo comprando chocolates en un carrito de ñuñoa, caminando por las calles y encontrándome contigo.
“Donde estabas?”
“Aquí”
Cuadros y fotos pegados unos sobre otros, miles de habitaciones, infinidad de días distintos. Un montón de camas, todas desechas, todas arremolinadas alrededor de dos siluetas sudadas y contorsionadas. Siempre una ventana de fondo y más allá, a veces el mar, a veces las calles del puerto, un amanecer, una luna menguante e incluso un perro azul con manchas amarillas
Tú diciendo que siempre fuiste tú.
A B.G.
-Epílogo.
Yo como un asura.
10.11.08
caminos
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